viernes, 11 de enero de 2008

¿Madre nuestra?

Te miro sentada, inventada,
disfrazada, ausente,

masacrada.

No fábula infantil,
sino camino de tierra
espalda que suda,
piedra trabada
en un estomago hambriento
seco por el polvo.

Sufres, sin tiempo para amar.

Quiero inventarte justicia,
dibujarte entre ríos
que se encuentran,
en cielos que se unen,
con niños cantores.
Sin crecimiento en retraso,
sin barrigas hinchadas
un pasaporte eterno
donde el hambre pesadilla
maldita,
muera una vez, cien, mil veces,
un millón de veces, más millones, y más
veces,

y muerta quede como normal
camino hacia la vida,
sin dientes postizos,
ni letras sin caminos.

Si,

quiero inventarte justicia,
inventar que existes,
que techo eres,

que cama eres,
que educación eres,
sin abortar al mundo

de tu vientre cansado.

Que sea uno,
como sueño posible
como garra que siembra,
ave que vuela.

Le doy vuelta a un reloj,

a un espejo, a una metáfora,
a un sentimiento,

donde tu nacimiento sea sin más
fanfarria,
un gran respiro del tamaño
de una revolución sin perseguidos,
amar el balance.

Ven, vamos,
mira aquel campo esta verde,
hay campanas,
banderas,

humo de cocinas en feria.

... y tiene tu nombre.