domingo, 22 de febrero de 2009

Cartas en papel rojo

Mis manos, dedos de cera, entre hilos de inmaculada presencia abaten primaveras,
frutos de verano, mis ojos que miran nada se cierran solos en una soledad que no palpita,
que resiste silencios sin ventaja, caminos largos, largos, que siendo asì se aguantan los tuneles
negros, la sangrìa seca en mis labios, al saber que estàs, estando en cualquier lado menos
al mìo No queda otra cosa que inventar cartas que nadie leera, ni tus ojos por desvio
sabràn que son para tì.

Sì, lo sè, siempre mis Domingos la Vìa España esta vacìa, cae lluvia, la sigo a traves de la misma ventana, que puedo hacer cuando llega la noche, y mi casa se oscurece poco a poco, no lo sè,
pero estoy triste, esa tristeza mìa, solo mìa, de nadie màs, mìa, mìa, al menos tengo algo,
algo que me hace mojar mis ojos, algo que me hace inventar tio vivos, ferias de pueblo, parques con banquetas blancas, sì asi voy, largando gargantas ahogadas y formando callos en mi alma.

Pero a la vuelta de la esquina, me siento, màs sentado que un labrado de piedras.

Invento cartas reales, me duele todo, mis colmillos resaltan, los calabozos esperan por mi sangre
que derrama mi vida.

Asì es.

Esperemos.

1 comentarios:

Blogger Marina Centeno ha dicho...

Samuel
a Samuel Bassán Mishaan


Los domingos lánguidos y azules la vía España abre sus piernas para
recibir tus soledades
esas que se cuelgan de los pechos
los sacude como papalote hasta hacerlos pedazos en el viento

Qué soledad tan sola te cobija
sigue tu ruta con lupa en mano
observando las muecas de tu alma en la oscuridad de la casa

Palideces al claro de la luna
y te vuelves soledad en las montañas de plata
como si fueras Zaratustra que pasea en la palabra y en los bosques
desiertos de miradas

¿Cuánto ignoras de la compañía que te ofrece queso con tortilla humeando
en la sabana perfumando la estancia
y el olor del atole que se pega a la olla suavemente suave
como si fueran gotas de nostalgia que repleta la cuchara?

Qué soledad tan sola te cobija
Bajo el mismo techo de tristeza todo el silencio se te vuelve aire
el corazón una masa que se aplasta

Me presientes lo sé
sobre la rosa en la que transcurre la quimera
y que frunce la boca cuando besa porque le sabe a olvido la esperanza
y a infierno la espera –se marchita-

Te adivino lo sé
En la arrogancia que te porta cuando sientes el hambre del poeta
que te anuda el estómago para tragar las sílabas del alma
y te comes mis brazos mis oídos mis ojos y mis ansías

Samuel
Qué soledad tan sola te cobija
cuando miras desde la ventana a la vía España
Panamá se cuelga de tus ojos cuándo tiembla la lágrima
y la anchura de la calle se te vuelve un río de nostalgia




Marina Centeno
Yucatán México

23 de febrero de 2009, 18:05  

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