domingo, 20 de enero de 2008

Misiva 1

Mis cartas,
las tuyas que no escribes,
el dolor que callo,
mi soledad latente,
letras que no saben sonreír,
y yo.

Racimo de oscuras flores con pétalos de Domingo triste, al no dejar entrar la luz en mi habitación. He cerrado las cortinas blancas, arreglado mi cama, el calor no se siente, aspiro la música que imagino, no pasa nada, no he comido y sé besar.

Quiero morir, y aprendí a vivir.

Mi carta esa carta pecadora, la que muestra mi dolor a gritos con lagrimas que caen hacia ti. Sientes dolor, dolor propio inventado, dolor asqueroso que tiembla tu mirada, mirando lo que pierdes, lo que no dejas colgado por un beso sincero.
No quiero prosa ni verso, ni redondez absoluta: no tengo forma, ni luz. Los días pasan en un quizás, en un reloj que marca la hora quedándose en el mismo lugar de la despedida.
¿ Qué màs tienes además de tu dolor, que màs tienes que no sea llanto?
Quítate el pañuelo de la cara, borra la expresión de niña sufrida, que la mujer nació en mi cuerpo al besarte el alma.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Todos buscarán su Maya, las palabras con o, las calles varoniles, los árboles solteros... Una más otra noche irán pariendo agujeros para que aparezca con el sol, y cada ventana refleje la espera y la llegada deslumbrante de su día.. Tantas serán las puertas que abras con esa emoción que una mañana, tangible y sonriente volará a tus sueños, y su copla silenciosa hablará de paraísos y compotas en el campo de manteles cuadrados rojos y blancos sobre el césped verde, entre atolondradas alondras y ruiseñores...

23 de enero de 2008, 1:12  

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