lunes, 17 de mayo de 2010

Penumbra en mosaico y techo

Cabalga susurro en la espuma
silenciosa como grito
que ensordece a ciegos
que miran por aquellos oídos que
desgarran el desgarro
de noches perdidas,

la soledad, sola va, de la mano
al dejar de ser buena compañía,
cuando me desplomo en mi estancia,
en colchón hundido de lado,

disparates de antaño alegres,
volátil orgasmo
sin penetrar alma feliz,

ven amor,
tus ojos cuelgan
mirando,

saltaré hacia adentro

¿vienes?

ya sabes mi nombre,
camina anda busca lapida
de un mal dolor.

guiño de ojo.

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