Histeria y calma
Se queda en la salida un sílaba con canción olvidada no hay cabida ni puesto para
el que tiempo sigue pasando por donde los sueños esperan soñados,
como siempre los relojes anuncian horas falsas con grises en tonalidades negruzcas que sonríen a la cobardía sentada en mecedora que fungió como refugio inerte de los
temores mortuorios señalando sin dedo los caminos,
se escucha el viejo radio que solo funciona en una sola estación, no tiene numero ni anuncian baratas, tampoco noticias,
solo una canción en la mente de algún solitario descubridor de aquella sílaba dejaba en algún tapete con migajas viejas que no cubrieron el hambre que a solas departía con la noche.
Que manera de flaquear en un verso, que sin la redondez perfecta hace temblar el alma al ser la niñez su arma y secreto al temblar en una cama fría siendo ruidos extraños un consuelo que sin maravilla adormecía la madrugada abierta al desasosiego infantil.
Se corre la cortina por el viento,
ventanas golpean,
el silencio reclama,
aquel personaje descansa en la esquina sin luz que empieza a escribir sobre la alfombra como si fuera un gran lienzo,
demencia absoluta abraza la felicidad,
no hay preocupaciones ni pecado.
Algo descansa en el tiesto.
el que tiempo sigue pasando por donde los sueños esperan soñados,
como siempre los relojes anuncian horas falsas con grises en tonalidades negruzcas que sonríen a la cobardía sentada en mecedora que fungió como refugio inerte de los
temores mortuorios señalando sin dedo los caminos,
se escucha el viejo radio que solo funciona en una sola estación, no tiene numero ni anuncian baratas, tampoco noticias,
solo una canción en la mente de algún solitario descubridor de aquella sílaba dejaba en algún tapete con migajas viejas que no cubrieron el hambre que a solas departía con la noche.
Que manera de flaquear en un verso, que sin la redondez perfecta hace temblar el alma al ser la niñez su arma y secreto al temblar en una cama fría siendo ruidos extraños un consuelo que sin maravilla adormecía la madrugada abierta al desasosiego infantil.
Se corre la cortina por el viento,
ventanas golpean,
el silencio reclama,
aquel personaje descansa en la esquina sin luz que empieza a escribir sobre la alfombra como si fuera un gran lienzo,
demencia absoluta abraza la felicidad,
no hay preocupaciones ni pecado.
Algo descansa en el tiesto.
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