martes, 20 de enero de 2015

un escrito bajo la sombra de verano

Los infiernos cruzaron las manos,
con cielos diseñados para amar al nacimiento de luz,
aquella luz que fue luna negra,
que nació de manera sublime e inquieta en  raíz que no tiembla con el miedo, que no muere en el intento al descifrar misterio de lo que se llama amor, de lo que se llama dolor, de lo que toca la puerta virgen de madera tallada con huellas y sonatas escuchadas de madrugada al abrir ojos despiertos.

Tocas mi alma, tocas lo temible con manos de seda sin pausa, sin pensamiento.

Me quedo pensando, me quedo quieto, el espíritu danza con la vida al saborear la fuente de tu amor.

Camino junto a la dicha mental de ser feliz con tu mente que vuela junto con la mía,

 observar vuelo de aves,
es poco al mirar tus ojos con el paraíso en ellos.

Mi corazón es mar,
río, agua que cubre montañas,
para llegar tu piel.

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